sábado, 31 de mayo de 2008

PRIMERA NOCHE DE FARRA

Las tres de la madrugada. Volvíamos a casa excitadas y muertas de miedo. El baile había sido, divertidísimo y el primero para nosotras. Ahora, teníamos que pasar desapercibidas. No teníamos permiso para llegar tan tarde. Ahora pienso, que tampoco se hubiesen enfadado mucho, pero en aquel momento la trasgresión, nos parecía tremenda.
A oscuras, con los zapatos en la mano, subíamos nerviosas y aguantándonos las risitas que la situación nos provocaba. Ya habíamos llegado al primer piso. Faltaban dos más. La casa era grande y tanto mis abuelos, como mis tíos podían despertarse en cualquier momento.
Caserón de pueblo con gallinas abajo, en el corral. La limpieza no era extremada. Noté que algo raro iniciaba, por mi pierna, el camino hacia arriba. Bajé la mirada y allí, al borde de mi calcetín, ya sobre mi piel, la vi. Negra y repugnante: ¡UNA CUCARACHA! Perdí los nervios y mi silencio dio paso a risas mezcladas con lágrimas histéricas. Algo húmedo, se me escapó y a la vez perdí la sensación de ser “mayor”. Volví a ser la niña asustada que se había hecho pis, del susto tremendo

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