domingo, 1 de mayo de 2011

UNA FURTIVA LÁGRIMA

Leíamos apaciblemente mientras sonaba la maravillosa "Furtiva lágrima" y me sorprendí a mí misma dando gracias a Dios.
La vida son momentos y la felicidad está precisamente en eso: instantes de placidez que, a veces, no sabemos disfrutar en su justa medida.
Todos tenemos nuestro cuerpecito más o menos serrano, pero siempre propicio a sufrir “cacas” variadas. Achaques múltiples, coleccionables hasta que, como si fuesen cromos, constituyen un álbum completo. Y… cuando se acaba, ¡se acabó!
No voy yo a emular a Platón ¡no! no voy (ya quisiera yo) a escribir un diálogo sobre la inmortalidad del alma. Ya se sabe eso que decían los antiguos pensadores: “a lo imposible nadie está obligado”… pero de vez en cuando a mí también me gusta pensar y me inclino por la teoría de que lo que tenemos escondido dentro de nuestro cuerpecito precioso/cochambroso o como quiera que sea, aquello que nos hace amar la música y disfrutarla, tener afán de aprender, mejorar, admirar la belleza en la naturaleza, en el arte, la amistad, sentir cariño por lo que nos rodea… y todo lo que nos eleva un poco sobre lo material puro y simple, todo esto no puede desaparecer. Me inclino, pues, a creer que SÏ debemos ser ligeramente, deliciosamente inmortales o algo parecido.
Mientras mi mente divaga voy limitarme a seguir disfrutando de “L´Elisir d´Amore" que Donizetti tuvo a bien escribir para disfrute de la humanidad y voy a hacerle un favor al prójimo o sea a Vds. Escúchenlo en cuanto puedan. ÁNGELA