sábado, 15 de diciembre de 2007

ERÓTICO ma non troppo. CUENTO BREVE.

ERÓTICO, ma non tropo

EL TÚNEL Y AL FINAL LA LUZ

Sintió que todo acababa entre ellos.
Creyó morir, cerró los ojos y su vida, secuencia a secuencia, pasó ante ellos. Momentos de amor y placer ¡tantos! acumulados. Minutos, horas, meses después de toda una vida.
Revivió y con ella su amor. VIO LA LUZ

jueves, 13 de diciembre de 2007

Relato de Muchas Navidades...una tras otra.

Marta Salas nació hace unos cuantos añitos ya. Justamente en vísperas de Navidad, en su mes preferido: Diciembre.
Hubo una época en que la simple llegada del día de su cumpleaños, le suponía alegría y la predisponía a la felicidad navideña.
Al ser la más jovencita todos tendían a volcar en ella su cariño e ilusiones.
En su casa todo se hacía a la antigua usanza y sus padres no eran amigos de complicaciones. Ni árbol, ni zarandajas… Un Portalito y punto. Los días de fiesta se celebraban con una buena comida en familia y se esperaba con ilusión la Noche de Reyes en la que (eso si), todo el mundo tenía su regalito. Nadie allí gozaba de ninguna habilidad especial. Ni cantaban bien, ni nada de eso que otras gentes suelen hacer. Hablaban siempre con mucho humor y le sacaban punta a cualquier tontería para reírse.
El padre contaba casi siempre las mismas historias, que seguían año tras años haciendo gracia a todos. Echaban algún bailecito, levantando él la pierna a lo Charlot y los demás como podían, pero sin más.
Con eso de que era bastante más joven que los demás Marta se casó (a partes iguales) con 18 años y con un compañero de una hermana, mayor que ella. Ni que decir tiene, que seguían reuniéndose con los suyos cada Navidad por muy lejos que estuviesen (que lo estaban) y que todo siguió siendo hogareño y parecido los primeros años. Incluso mejor, un par de años más tarde cuando empezaron los hijos a nacer. Los de ella y los de sus hermanos.
Pero… LOS PADRES TIENEN A VECES LA MALA COSTUMBRE DE MORIRSE y éstos pues ¡Hala! Siguieron la tradición y uno tras otro se fueron. Demasiado jóvenes, por cierto. Sin superar apenas los 60 años.
Marta, dejó de ser la niña querida y pasó a ser la que hacía de anfitriona de los demás en Navidad, verano, etc.
Cuando faltan los patriarcas los cambios son tremendos, pero no radicales. Parece que su espíritu permanece haciendo de nexo de unión, durante algún tiempo todavía. El tiempo corrió y más Navidades pasaron, que siguieron pareciéndose a las anteriores.
Crecieron los unos y los otros. Estudiaban, trabajaban lejos y la vida se fue complicando.
El destino les deparó parejas a todos y cada cual contaba con sus padres correspondientes como está mandado.
De repente y sin casi notarlo, fueron siendo devorados por ese cambio de mentalidad que como la primavera” ha venido sin saber por qué ha sido” y la que llevaba el peso de la familia, Marta, se empezó a notar menos capaz de tirar ella sola de todo el jaleo: organización, compras, camas, comidas, nietos, etc. Aunque lo que más le pesaba era la tarea quijotesca de “desfacedora de entuertos” que siempre, alguno surgía, entre unos y otros.
CONCLUSIÓN: tanto Marta como su marido, ven llegar las Navidades con auténtico pavor y un terrible poso de nostalgia.
Como son, a pesar de todo, gentes de acción y dados a buscar soluciones, están pensando en la conveniencia de adoptar como suyo el detestable término “SOLSTICIO DE INVIERNO” sustitutivo del anteriormente preferido por ellos y por el resto de la humanidad: NAVIDAD y trasladarse el año que viene por estas fechas (solos o acompañados de personas de su misma generación, que tengan problemas similares) a las Bahamas o a cualquier otro sitio lo suficientemente lejano.
P.D. Pues no, tras profunda reflexión. Marta ha decidido, que una cosa es desahogarse y otra muy distinta, permitir que la NAVIDAD familiar, se vaya al garete. Así es que de lo dicho nada.
ÁNGELA MAGAÑA

jueves, 6 de diciembre de 2007

Cruel bondad que tanto obliga

Marta Salas, como cualquier mortal, tenía un padre y una madre. Buena gente, cultos y buenos educadores.
La madre no planteaba problemas. Tenía su carácter normal y era humana, cercana y accesible. Lo normal en una buena madre. Algunas frases suyas pervivieron en la cabeza de Marta, como cuando, por ejemplo le decía "Hija mía eres tan poco cotilla que eres antipática" y otras, más útiles para su vida futura, como cuando le aconsejaba que el día que se casase, (en aquel tiempo, era lo normal) se dejase de "ranciedades" para con su marido y que disfrutase, preferiblemente con él, lo más que pudiese. Ambos progenitores coincidían en aconsejarle que trabajase a la par de su pareja y no se limitase a ser ama de casa, si podía. Todo normal hoy, pero precursor en aquel tiempo y Marta tuvo años por delante para recordar con agradecimiento, cariño y alegría la mentalidad que le habían dejado como herencia.
El padre, en cambio, SI planteaba un problema. Increíble problema: LA BONDAD. Era tan amable y bondadoso, tan poco regañador y tan querido por toda la familia, capitaneada por la madre, que nadie quería disgustarle. Como resultado Marta era muy formalita y estudiaba como una cosaca (rarilla la cosaca en cuestión, ya que en general no era lo normal entre cosacos) y si le daban ganas de hacer lo que no debía, pensando en su padre, renunciaba. Con lo cual, el buen señor, sin proponérselo, era toda una autoridad en la familia.
Para que no resultase la susodicha familia, repipi y antipática Marta al hablar de su pasado y para compensar, se solía referir al hecho de que su madre, en cambio, cuando alguno de sus hermanos o ella misma (eran cuatro en total) no obedecía, los perseguia esgrimiendo un huevo de madera de los que se usaban para zurcir calcetines, para lanzarlo amenazadoramente. Ellos se defendían poniéndose delante de un frágil cristal con lo que el lanzamiento de huevo era eficazmente evitado. No se asunten Vds. eran simplemente... otros tiempos
ANGELA MAGAÑA