sábado, 17 de mayo de 2008

UN VIAJE POR EL MAR DEL NORTE

Un viaje por el Mar del Norte

Marta Salas viajaba acompañada por su marido. Se habían pagado un maravilloso crucero. Estaban en el momento ese, en que las parejas empiezan a recuperar su libertad con respecto a los hijos y la aprovechaban. Se sentían bien cuando estaban juntos, pero se empezaban a hacer patentes las diferentes expectativas de ambos.
Viajaban bordeando las costas de Noruega y sus fiordos y era algo, pensaba ella, de una belleza inimaginable. Paseaba por el barco, procurando no perder de vista el mar y el paisaje, cuando llamó su atención un señor que estaba solo, un anciano. Un anciano pulcro, de pelo blanco y con aspecto frágil y agradable. Tenía algo, la sonrisa quizá y el aspecto bondadoso que le hacían sumamente atractivo. Marta sin pensarlo dos veces se dirigió hacia él y se sentó a su lado. Llevaba ella en la mano un libro “La Fiesta del Fauno” de Vargas Llosa, así es que no hablaron para nada de ellos mismos, la conversación versó sobre la lectura, fluyendo luego fácilmente hacia otros temas de tipo cultural. ¡Cuantas aficiones comunes tenían! Quedó ella subyugada y él no lo sabemos…todavía.
Fueron pasando los días con muy pocos encuentros, saludos fugaces y algún que otro “Qué guapa estás esta noche” por parte de él, cuando en el comedor, se dirigía hacia la mesa del capitán donde tenía su asiento habitual par cenar. El marido, por otra parte, amante de su soledad de dos, cuando lo veía venir decía “Vamos, que viene el viejo”.
Un día en una de las bajadas del barco, en la que todo el mundo andaba cámara en ristre, le dijo ella “Antonio, te voy a hacer una fotos para que tengas un recuerdo” y así lo hizo.

Todo acaba y aquel precioso viaje acabó también. Despedidas, cambios de direcciones, en fin lo de siempre.
Cuando volvieron a casa, Marta le escribió una carta intrascendente contándole como habían pasado el final del verano y le mandó las fotos.
A vuelta de correo, recibió una carta acompañada de un libro que él mismo había escrito. Estaba tan bien redactada y era tan bonita que a ella le llegó al alma. Marta, por aquel entonces acababa de leer “Dios vuelve en una Harley” y para corresponder a su regalo, le envió a su vez, el recién terminado libro.
La empezó, él, a tratar como si fuese para él, ese "Dios" que volvía. Aquello como en "Casablanca” fue el principio de una gran amistad que duró justamente cuatro años, hasta el momento en que él murió, porque su cuerpo se agotó de vejez, no así su espíritu que supongo que si anda por el cielo o por donde sea, seguirá siendo joven e inolvidable.
Sus cartas, poemas a veces, llegaron a ser, para ella muy importantes y para él, las de Marta, una especie de bálsamo en aquellos últimos años de su vida, que fueron de enfermedad y vejez; de hecho él, las describía como divertidas y estimulantes y las reclamaba por teléfono o correo, si se retrasaban.
Se siguieron escribiendo y él mandándole libros suyos, hasta el final. Resultó ser, un gran escritor, cofundador de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO y colaborador en otros periódicos, de mucho prestigio, también. Todo un lujo para Marta, que disfrutó mucho con su amistad y con sus misivas. Ella guarda sus libros y sus cartas como un tesoro y solo siente no haber podido ir a un homenaje que le dieron cuando murió, en su tierra natal Bilbao, en la Fundación que lleva todavía su nombre: ANTÓN MENCHACA CAREAGA”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gusta que me sigáis
, así es que gracias por vuestros comentarios amigos.