domingo, 18 de marzo de 2012

PIELES DE "LEOPOLDO"

Con la edad se aferra uno/una a lo que puede.
Era yo joven todavía (treinta y...) y vivía en Motril. Tenía una amiga (una de mis "chipicientas" mejores amigas) que era pizpireta y monilla. Bajita, sólo se apeaba de los tacones de catorce centímetros para encaramarse a los de diez, para las grandes caminatas. Era guapa de cara y muy andaluza de: aspecto, habla y hechuras; la "mátapelo" (negro naturalmente) era uno de sus atractivos y ella lo sabía. Le gustaba la ropa ligeramente insinuante y sobretodo las telas con motivos animales: leopardo, tigre, pantera más o menos salvaje y pieles de "leopoldo" en toda su gama.

Yo, a su lado, me paseaba tranquila con calzado y atuendos de lo más deportivo y sin darme cuenta influía bastante en que ella vistiese también de una forma más sencilla.

En la zona de Motril/ Almuñécar son bastante "elementales" en la forma de hablar y no tienen, como se suele decir "pelos en la lengua".
Un día bajábamos por una de las empinadas cuestas de cerca del cementerio de la ciudad sexitana y nos sorprendió una sarcástica preguntita dicha en un tono alto y destemplado por alguien de allí: "¿Pues,.. no parece que se va cagando?"

Era milagroso que no se matase con semejantes tacones por esas callejucas tan abruptas. Todas nos quedamos bastante cortadas y mi amiga bajita y entaconada supongo que la que más, pero ni aún así renunció a sus hermosos tacones.

Se fue a vivir a Nerja y cuando la vi, años más tarde, la piel de bichitos salvajes (como los limones del Caribe), lucía por todas partes en su hogar: bata de piel de leopardo, bikinis atigrados, zapatillas de tacón y bandejas igualmente aleopoldadas; hasta los papeles de envolver lucían la misma tendencia.
Me sigue llamando la atención, años más tarde, que las telas/ pieles sigan siendo vendidas como algo muy sexi ¿Qué señora mayorcita que se precie no tiene en su vestuario alguna prenda de manchitas negras o amarronadas? Las gordezuelas especialmente y estas vestimentas les parecen "ceci" o sea sexi en andaluz... y yo me pregunto; ¿Son sexi de sexo o "ceci" de cecina?
... Y después de preguntármelo me hago otra pregunta más; recriminatoria ahora. "¿Ángela, por qué tienes tan mala uva?"
Así es que Vds perdonen y no me hagan caso ¡Para nada!

Ángela Magaña.

miércoles, 7 de marzo de 2012

¡FELIZ CUMPLEAÑOS A PABLO!

Había una vez una abuela que quería ser una niña. Empezó a dormir con peluches y a no querer pensar en problemas “de mayores”.

Los niños que son los más listos, fueron los primeros en darse cuenta y empezaron a jugar con ella y a preferirla a los demás mayores que eran bastante “plastas”.

La abuela parecía cada día más jovencita, lo malo es que siguió descumpliendo años. Se igualó primero a su nieto mayor que tenía diez años y resultó que eran auténticas almas gemelas. Era genial estar juntos, lo pasaban de miedo hablando o jugando. La abuela, además, seguía sabiendo muchas cosas de las que había aprendido en su antigua, larga vida y ¡claro! a la hora de hacer deberes ayudaba un montón y se sabía un montón de triquiñuelas para todo.

Lo malo es que el tiempo seguía pasando y dos años más tarde Alejandro resultó tener doce años y en cambio la abuela sólo tenía ocho… Lógicamente empezaron uno y otra a preferir otros amigos de su misma edad.

La abuela se puso pronto en la edad de su nieto Pablo y ¡eso fue genial! Pablo, tan simpático listo y guapo resultó ser un amigo estupendo. Se hicieron los mejores colegas y compañeros. El mismo día, exactamente el mismo, celebraron los dos su cumpleaños número siete.
Dos tartas gemelas con siete velitas cada una y una fiesta estupenda que Pablo y la abuela compartieron entre juegos y risas el día 23 de Marzo de 2012.

Durante algún tiempo, todo siguió igual pero Pablo que era un niño muy listo siguió creciendo y aprendiendo cosas en el colegio y en cambio la abuela, que descumplía años empezó a olvidar mucho de lo que un día supo.

Ya sólo le quedaba a la pobre ex –anciana un nieto más pequeño que era Santiago y la historia volvió a repetirse. Santiago era un bromista pillín y hacían, sin parar, rabiar a los mayores. ¡Divertidísimo!

Más y más pequeña la pobre abuela tuvo que aprender a andar y empezó a tener que llevar pañales y a olvidar ¡cómo se hablaba! Lo más que decía era: “gugu… tata”” más tarde empezó a soltar “ajos” y pucheritos al llorar y risitas tontas por cualquier cosa.

Un día se vio en la obligación de mamar ante una teta muy gorda y le entró tanta angustia que se despertó de repente y comprobó con alegría que todo había sido una terrible pesadilla.

Abrazó a sus tres queridos nietos. Felicitó a Pablo en su cumpleaños y le dio gracias a Dios de seguir siendo una abuela normal, tan arrugadita y tan canosa como era de esperar… y colorín colorado este cuento se ha acabado.

ÁNGELA MAGAÑA