domingo, 20 de diciembre de 2009

IMPATIENS

Dicen que las flores tienen sentimientos y que, por las noches, lloran sus penas. Los humanos, en su ignorancia, llaman rocío a sus lágrimas… y, siempre tan crueles, admiran y cantan a esas gotitas que bañan los pétalos.

Una joven bella, de larga cabellera se bañaba desnuda en las aguas de un río. Pasó por allí un paje, casi niño, y al verla tan hermosa se quedó petrificado Y fue incapaz de moverse de allí. Salió la doncella del agua y se dirigió hacia él, pero lo ignoró y se limitó a pasar a su lado alejándose luego.
Clavado quedó el doncel en el prado y poco a poco fue marchitándose en su dolor, hasta que murió.

De amor fue la muerte aquella, y cuando llegó la primavera el campo floreció llenándose de pequeños brotes. Paseaba la joven por allí y encontró un gorrito de terciopelo rojo que le hizo recordar al muchacho que el verano anterior la había observado con embeleso. Comprendió lo que había ocurrido y fue ella la que derramó lágrimas sobre los brotes. Surgieron aquí y allá bonitas flores a las que ella llamó “impatiens”
El llanto de la doncella, castigo a su arrogancia, siguió brotando y se confundió con el rocío que cubría las flores. Fue la única consumación de su amor tardío con el joven doncel.

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