sábado, 5 de febrero de 2011

NILO

NILO

Egipto seguía pidiendo una respuesta a su Presidente que, a los 80 años y aferrado al poder durante casi treinta, se resistía a dimitir.
La protesta, en un principio, era pacífica. Miles de personas en la Plaza Tahrir en el Cairo conminaban a Mubarak a una salida que permitiera una sucesión democrática. Las cosas se complicaron, días después, con la aparición, cargada de ira, de los afines a su permanencia. Mubarak seguía sin escuchar los gritos: “¡Fuera, Vete!”, del populacho. Palos, pedradas, cócteles molotov de sus partidarios y empezaron las noticias: once muertes hasta el momento y los ataques violentos a los periodistas extranjeros. La ocultación de la verdad se hacía necesaria para el tirano. El momento era peliagudo y no se sabía, aún, en que iba a acabar todo aquello.
Había temor de que la situación virase hacia una solución islamista totalitaria y evidentemente nefasta para el país e incluso para el resto de la convivencia civilizada y normal.

Marta empezó a hojear las fotos del viaje a Egipto tres años atrás. Recordó a Sara la preciosa niña nubia que le había cogido la mano y compartido con ella paseo, conversación, piropos de la una a la otra y que acabó pidiendo una barra de labios para la madre.
En el poblado les enseñaron la escuela y un pequeño taller donde disponían de Internet.

En una imagen, Marta, apoyada en la barandilla en la cubierta del barco que los llevaba por el Nilo observaba las aguas. Un camarero amable, nubio también, guapetón, la había obsequiado con un hermoso: “I like you” y con un “javivi” y ella con el relajo propio de un viaje tan encantador, lo había agradecido y contestado con unas frases también amables.
Un encontronazo del barco con un banco de arena del fondo poco profundo, en el Nilo, la había sacado poco después, de sus ensoñaciones… ¡Normal todo! Aquello ocurría con frecuencia. Solo un pequeño susto. Pequeñas chalupas se acercaban a venderles chilabas que lanzaban hacia ellos con facilidad por encima de la borda. Todo de lo más pintoresco… y todo estaba ahora en peligro.
El acceso a Internet, ya generalizado y a los móviles había propiciado, extendido y hecho patente el descontento, contagio de Túnez que había empezado primero.
En aquel viaje no los había sentido distantes a ella misma. A la vuelta, y ya en el aeropuerto, coincidieron con los que volvían de la Meca y entonces sí, pudo observar, bastantes burkas y vestiduras que ella asociaba a la falta de igualdad y libertad para la mujer y también a la incultura. Pensó en la última foto de un periódico actual que se le había quedado grabada e la retina: una mujer a la que se le veían solo y escasamente los ojos tapada entera por su vestimenta y que llevaba junto al pecho un montón de piedras e iba dispuesta a arrojarlas contra los que pedían un cambio.

Marta deseo con todas sus fuerzas que todo se solucionase de la mejor manera, que Egipto mantuviese su paz y siguiese abierto al resto del mundo como cuando ella tuvo la suerte de poder visitarlo.
Una idea: “Que Sara crezca feliz y libre”, se dibujo en sus pensamientos.

2 comentarios:

  1. Hola, Ángela, vine a devolverte la visita y a agradecerte por el comentario que has dejado en mi espacio. Un comentario que muestra que has leído a conciencia el texto. Te comento esto porque en muchos casos ves que la gente pone "magnífico, genial" y la neutralidad de los halagos hace dudar.
    Prometo que voy a leer esos textos que me indicaste, luego te voy a dar mi humilde opinión.
    Es una pena que no encontré el espacio para seguirte, pues al hacernos seguidores el uno del otro, nos enteramos cuando subimos algo nuevo.
    Te dejo un beso enorme.
    Humberto.

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  2. hola Angela
    -------------
    hermoso relato y un deseo que comparto.
    saludos

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Me gusta que me sigáis
, así es que gracias por vuestros comentarios amigos.