jueves, 17 de febrero de 2011

LA PRINCESA QUE SE TIRABA PEDITOS CON FORMA DE CORAZÓN

LA PRINCESA QUE SE TIRABA PEDITOS EN FORMA DE CORAZÓN.

Érase una vez una princesa que lo tenía todo para ser feliz. Vivía en un castillo con sus torres, almenas, foso con cocodrilos alrededor, su fantasma en fin que no le faltaba detalle al castillo.
Había también ¿cómo no? un espejo mágico al que la linda joven hacía preguntas constantes “¿Soy la más bella?” “¿Son mis ojos color miel?” “¿Llegará pronto mi príncipe azul? ¿“Será antes un sapo, al que tendré que besar”?... y así sin parar y cómo el espejo era mágico y tenía su corazoncito un día se hartó y de mal humor a la pregunta: “¿Tiene mi aliento el aroma de las rosas?”
Contestó: “No princesa, te huele fatal” y añadió “Y tus pedos son repugnantes”.
La bella princesa casi se desmaya del susto. El espejo nunca le había mentido por lo que se preocupó muchísimo.
El interrogatorio empezó de nuevo. La joven le pedía soluciones y el espejo agotó todas sus fuentes de información. Recurrió incluso a Internet y buscando, buscando, llegó a la conclusión de que la culpa era de los potajes que se atizaba la princesita y que, por cierto, le sabían a gloria.
Así es que el espejo dijo con tono solemne:” Princesa mía, muy amada, si te quieres corregir tendrás que comer cosas más ligeras”
Y así lo hizo: Se convirtió en la persona más austera del mundo.
Comía verduras, pescaditos y sobre todo fruta. Sus preferidas eran las manzanas tipo Blanca Nieves, muy rojas y sanitas. Si por casualidad un día se encontraba un gusano dentro de una de estas frutas, lo sacaba con sumo cuidado, lo chupaba con mimo para no desaprovechar la fruta y tiraba al bichito con delicadeza, ya que de carnes ¡Nada!
Pasaron unos meses y la princesita estaba incluso más guapa y mejor de tipo.
Preguntaba y el espejo se deshacía en elogios. Pero otra vez se empezaba a hartar de tanta preguntita.
Un día y sólo por fastidiar le dijo:”Princesa eres tan linda y delicada que deberías intentar mejorar tus flatulencias un poco más. Reconozcamos que aunque ya no apestan no dejan de ser lo que son y esto ¡para una princesa…!”
La doncella que estaba cada día más tontita y egocéntrica se obsesionó con el tema y caviló y caviló.
Cada día comía menos y los deliciosos potajes quedaron totalmente olvidados.
Después de mucho ensayo consiguió ¡Al fin! Que sus peditos tuvieran forma de corazones: Rojos si comía sandía, amarillitos con los plátanos, naranja con las zanahorias.
Tanto afinó con las comidas que un día la espiritual princesita se esfumó convirtiéndose en una espiral de esencias varias formada por corazones de todos los colores.
El espejo se quitó un latazo de encima y yo os doy un consejo amiguitos mios: comer bien, disfrutad con ello y no os preocupéis con chorraditas.
P.D. El pobre príncipe, con tanto lío, fue un sapo toda su vida. No hubo princesa que le diese beso.

3 comentarios:

  1. Muy intenioso y divertido. El toque final de la rana estupendo.

    Un saludo

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  2. Ángela, vine por tu recomendación y no me has decepcionado, muy divertido, pero aleccionador el cuentito que de infantil no tiene nada, me parece.
    Te dejo un beso y espero que sigamos en contacto.
    Un beso.
    Humberto.

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  3. hola Angela
    -------------
    Estupendo escrito con su muy acertada moraleja.
    saludos

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Me gusta que me sigáis
, así es que gracias por vuestros comentarios amigos.