domingo, 28 de noviembre de 2010

REFLEXIÓN

REFLEXIÓN

Soledad con sus dos caras:
¡Qué bonita es la soledad del que no está solo! De jovencita cuando se iban todos de casa me sentía feliz con un libro: Salgari, Guillermo… o el que fuese y dos o tres manzanas que me comía despacito mientras leía con avidez. Si el cocodrilo de la novela medía ocho metros, interrumpía lectura y merienda para medir esos ocho metros en el largo pasillo de la casa paterna y me lo imaginaba e impresionaba. Vivía lo que leía.
Incluso ahora: mis lecturas todavía, mis paseos por Madrid que tan bonito me ha parecido siempre, mis ratos míos en que yo soy mi única compañera… disfruto con ello.
¡Qué triste es la soledad del que está solo! Buscar un amigo con el que hablar y no tenerlo; hijos lejos, pareja en la lejanía: ¡Qué tristeza!
Mi conclusión es que debo ser persona afortunada, puesto que mis momentos de soledad no me producen nostalgia. Doy gracias a mis amigos, a mi marido, mi familia, mis hijos y a la vida que permite que no me sienta sola cuando lo estoy.
Angela

3 comentarios:

  1. ME ENCANTA TU REFLEXIÓN, ES CIERTO QUE LA SOLEDAD IMPUESTA A DE SER MUY TRITE, PERO NO LA ELEGUIDA…BESOS MARUJA.

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  2. Bonito lo que dices, ¡y tan cierto! Hay veces en las que buscamos ansiosos la soledad y otros en la que se nos impone. Lo importante es saber que siempre podemos salir de ella con una llamada, una carta o una sonrisa.

    Un abrazo.

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  3. Hola Angela
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    Tu relato me ha recordado los 21 días que pasé solo cuando hice el camino de Santiago.
    Estuve 21 días solo pero en ningún momento me sentí sólo.
    saludos

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Me gusta que me sigáis
, así es que gracias por vuestros comentarios amigos.