sábado, 10 de mayo de 2014

MONÓLOGO

Monólogo.


¿Qué ha sido mi vida? Montón de veces he renovado mi DNI. Mi juventud corta pero bien distribuida: vivía en Madrid, veranos con mis abuelos en un pueblo riojano, donde más que una niña parecía una cabra: monte arriba, monte abajo sacando todo el partido a la naturaleza tan rica en frutales y hortalizas, con un río límpido y aquellos montes habitados  por hermosos buitres leonados;  jovencita e inocente, procuraba yo estar limpita y perfumada si me tumbaba al sol, para que notasen que estaba bien viva; excursiones gozosas. Mis hijos, efímeros, crecieron tan deprisa, se fueron tan pronto de nuestro lado…

He tenido la suerte de viajar, al leer las aventuras de Maqroll el Gaviero, me sorprendía la de lugares que, yo también, conocía.

En fin: vida luchada,  trabajada, sufrida y gozada; amores más o menos discutidos, nada aburridos;  balance positivo al fin.

Mi problema de hoy es que ya no fluye de mis dedos la escritura, como antes y es que la madurez me ha traído cierta paz, no odio casi, rabio poco y, curiosamente,  eso era lo que me hacía verter sobre el papel cualquier cosa que me convirtiese en esa “Marta, volcán en erupción” con que me calificaba mi marido.

Rezó de vez en cuando, eso sí,  cuando pienso en mi salud física y mental, y mi oración, como en el chiste es:
¡Virgencita que me quede como estaba! Y es que yo, tras mis veranos entre frutales sé  que lo que viene después de la madurez es ¡LA POCHEZ!
                               

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