Gesto en el
espejo. Otro ejercicio
Desde el
pasillo por la puerta entreabierta del cuarto de baño vi su cara reflejada en
el espejo:
Rostro
redondo en forma de lenteja y su boca en continuas muecas: esbozó primero una
sonrisa que quería ser natural pero se
veía forzada, se miraba fijamente
ampliando la abertura de sus labios, pasaba luego a emular una carcajada sin
ruido y mostraba entonces ostentosamente los dientes, cerraba, abría y siempre
con una visible satisfacción y contento de él mismo patentes en el reflejo.
Su mano
derecha (izquierda en el espejo) se acercó al labio inferior y lo ahuecó: otra
vez los dientes bien alineados, perfectos
se dejaron ver. Quitó la mano y surgió de nuevo la sonrisa en aquella boca bien formada.
Fue
entonces cuando abrió las mandíbulas de par en par y con las dos manos sacó,
primero una y luego otra, las dos prótesis dentales completas y volvió a juntar
los labios. La redondez del rostro desapareció en aquel momento y vi los labios
hundidos y contraídos en una desagradable mueca surcada de arrugas. En la frente de un semblante, envejecido
ahora, el ceño se frunció y apareció un gesto de desagrado… Apartando la mirada
del espejo procedió a limpiar su dentadura recién estrenada.
Ángela.
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