Viernes,
17 de enero de 2014
De
Madrid al… Purgatorio.
Habitual
pero siempre nuevo nuestro paseo por las calles de Madrid; salimos de Reina
Victoria y seguimos vía Quevedo y Fuencarral hacia ese escenario digno de “Los
Miserables” que es cada día la Puerta
del Sol, aunque… un poco de sentido del
humor lo mejora bastante.
En una
mañana fría de domingo el Madrid nuestro de todos los días. En Sol la consabida
manifestación: pancartas, banderas y mala uva, y la gente que no está contenta.
Vendedores
de lotería, limpia botas, Mickies, Minnies, descabezados, boleros mejicanos,
mariachis, manteros y trileros, descuideros, timadores mil en un espectáculo
digno de ser observado con detenimiento o… de huir.
Dos
Mickies se empujan y se insultan, ante
el niño atónito y asustado que ha dudado entre uno y otro para la foto. El padre, con el niño de la mano, pone tierra
por medio.
Una mujer sin cabeza charla con toda
normalidad con alguien que está a su lado, arrimo mi oído de tísica y la oigo
decir: “… yo como éste siga así voy a perder la cabeza” y pienso: ¡“eso sí que
es clarividencia”!
Surge
entre nosotros (mi dulce tormento y yo) la habitual pelea: él se extasía ante
las inmóviles estatuas vivientes, a mí me horrorizan y le sugiero que no ponga
el culo para que le roben ¡Cada día tengo peor carácter! En mi memoria mi amiga
Paloma que tuvo que ir a rescatar a su hijo adolescente a un hospital de
Barcelona como fruto de una de esas
expresiones de genialidad de las que fue protagonista el joven: le robaron y se
quedó vestido de Pensador De Rodin, es decir desnudo, en pleno hampa de una
ciudad ajena y hostil para un muchacho bastante iluso, por cierto.
Me
llevo de la mano a mi pareja y nos adentramos en Arenal: La música de un
cuarteto de jóvenes estudiantes del Conservatorio nos paraliza ¡son buenísimos!
Magnífico tenor. Ensayan y aprenden. Se
suma al grupo una recién llegada, joven y catarrosa, taza de café en ristre y entonces, todos ellos,
nos obsequian con un maravilloso dúo de “La Traviata”. A pesar del catarro
suena genial y la gente se anima con las propinas y los aplausos ¡muchos
aplausos! Caen bien ellos y sus archi/conocidas
canciones gustan, la funda del violín va acumulando monedas y allí no hay
discusión pues nos entusiasman a los dos. Repetimos propinas y escuchamos con
agrado.
Seguimos
caminando despacito y ¡oh milagro! Un motorista disparado de su moto surca el
aire manteniendo la horizontalidad a tres metros del suelo. Y llega un guardia
que conminándole a bajar (orden totalmente ignorada) le pregunta que si tiene
seguro ¡Para seguros está el pobre hombre!... el público en masa suelta la carcajada.
Dejamos atrás la Iglesia de S. Ginés y su coro
de pordioseras lamentablemente tiradas
por los suelos. Lecho de mantas sucias y poca psicología por parte de las mendigas
que parecen ignorar que los oficios hay que adornarlos con un poco de gracia,
mendicidad incluida. La gente aparta la mirada y da por bien empleado el euro
dado al quinteto que nos ha arrancado una sonrisa.
Nosotros con nuestro cupo de asombro colmado
por hoy y muy de la manita nos vamos a coger el Metro en Ópera.
¡De
Madrid al Cielo!!!
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