martes, 5 de abril de 2011

MALAS LENGUAS

Cuento muy filosófico.

Hipólito y su mujer “Potita” (de Hipólita ¡coincidencias de la vida!) vivían con cierta alegría sus “vejeras” más o menos incipientes.
Maduritos, los dos, intentaban mantenerse en forma.
Él decidió un día volver a ir a un gimnasio y así lo hizo. Entre otras cosas no quería engordar pero no estaba dispuesto a dejar de darle al diente, ni tampoco a renunciar a sus copitas, cosas ambas que hacía con sumo regodeo. El primer día acudió a la cita con el deporte con bastante entusiasmo.
Potita, la pobre, admitía con humildad y realismo que ella se mantenía bastante bien pero que ya no estaba, ni mucho menos, para tirar cohetes.
Soy poquita cosa, pensaba y reconocía que había llegado a la edad en que una se siente más o menos invisible.
Regresó él del gimnasio el primer día muy contento y animado explicando lo bien que le había ido y lo imponente/opulenta/eficaz, etc. que era su monitora; una cincuentona (decía él... ya será menos, pensaba ella) aparente que le había parecido de perlas.

Tenía, según su descripción, muchísimas… cualidades (digámoslo así)
Sin hacerle mucho caso Potita escuchaba y reflexionaba: “¡Raro: creía yo que lo normal era tener dos!” pero no le dio mayor importancia.
Al día siguiente Hipólito empezó a quejarse: “Me duele todo” y luego: su calvario.
Potita, amigos y familiares decidieron que ante semejante potencia femenina había hecho él todo lo que se sabía para lucirse. Diagnosticaron: ¡agujetas!
¡Pero no! Las molestias no remitían y el pobre Hipólito estaba cada vez más malito a la vez que la tomadura de pelo del entorno aumentaba.
Vio el cielo abierto cuando le dio un fiebrón de casi cuarenta y la gripe ¡al fin! dio la cara.
Potita, muy madrileña ella, “se la tuvo que envainar” y el honor del griposo y madurito señor fue restituido… ¡Loado sea el Señor!

Potita empezó entonces a cuidarle como él se merecía; Hipólito, nuestro héroe, en unos días recuperó también la salud y dada su bondad innata perdonó y no le pego la gripe a Potita, ni nada.

Ahora un consejillo: ¡CUIDADO AMIGUITOS CON LAS MALAS LENGUAS!

1 comentario:

  1. algo complicado pero se entiende.
    tu diez muy merecido
    saludos

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Me gusta que me sigáis
, así es que gracias por vuestros comentarios amigos.