domingo, 15 de febrero de 2009

EL DÍA EN QUE...Tarea 16.

EL DÍA EN QUE LOS RELOJES SE PARARON ... le sirvió a ella de referencia. Presurosa, procuraba no perder ni un solo momento, todos le eran necesarios para poner en marcha su nuevo proyecto. Iba de un pueblo a otro buscando artículos interesantes y a buen precio para su tiendita. En una gran superficie hizo, de paso, la compra y soltó todo de cualquier manera en la parte de atrás del coche. Ya en carretera y en plena curva sintió agarrotado el pedal de freno, una botella de agua había rodado hasta ponerse debajo. Se agachó a quitarla y al alzar la vista vio que se estampaba contra una pared de roca. Volantazo y... se fue monte abajo por un gran terraplén. Volcó el coche y ella quedó atrapada bajo el vehículo, su pie dolía oculto o... ¡seccionado! bajo la puerta abierta; había oido decir que las extremidades amputadas seguían enviando al cerebro las sensaciones de dolor. Percibió al instante un fuerte olor a gasolina y pudo, no sabía muy bien cómo, desconectar el motor. Notó algo viscoso en su frente y pensó: "¡Mis sesos están fuera!" No es posible: "¡Pienso... estoy pensando!"
Un campesino se acercó y se llevó las manos a la cabeza. Ella volvió a notar por su cabeza lo mismo que antes. Esta vez se dijo: "¡Estoy muerta, mi cabeza está abierta!" Al fin llegó la ayuda en forma de camioneros forzudos. Desde lo alto habían visto el accidente. Levantaron el coche y la llevaron con todo cuidado hasta uno de los camiones y luego al hospital más próximo.
Los sesos resultaron ser la carne picada que acababa de comprar y el susto morrocotudo se quedó en una anécdota que podría contar el día de mañana a sus nietos.
Los relojes anduvieron de nuevo para ella.

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